Huele a incienso y cera

Hay un único olor que me transporta a la Cuaresma y a la Semana Santa. No es otro que el del incienso. Desde que comenzó mi vida cofrade, hace ya casi veintiocho años el olor del incienso y el de la cera quemándose han sido una constante para mi. En los primeros años, Jueves y Viernes Santo los pasaba junto a los lampararios de Nuestra Señora de la Soledad en la Catedral Nueva. Los momentos en que no estaba allí eran porque desarrollaba mi "carrera de monaguillo" ayudando a los oficios religiosos de la Catedral Vieja. Al terminar los oficios, vuelta a los lampararios. De esto modo no es de extrañar que llegadas estas fechas, todo me huela todo a incienso y cera.

Hace poco más de un mes he estado pasando un fin de semana en Sevilla. He de reconocer que es el templo del incienso. Uno encuentra incienso por todos los rincones y lo que es mejor, lo huele. Lo que yo no me podía imaginar, ignorante de mí, es que existe un abanico de aromas y mezclas enorme, incienso cofrade, de arabia, negro del Cristo de Burgos, romero, mirra, azahar, canela, virgen, etc. Muchas hermandades tienen su propio incienso, su propio aroma, no otro. Por casualidad, me encontré con un personaje dedicado al mundo del incienso y que según todas las reseñas que aparecen en internet, ha distribuido y mezclado incienso por toda España, es Adolfo Fiances, conocido como el druida de los inciensos. Muchos de los quemadores de barro que nos encontraremos por la capital sevillana y que se distribuyen tambien a toda España, son obra suya, ya que al mismo tiempo es artesano. Sus aromáticos inciensos han perfumado y perfumarán las calles de España en los próximos desfiles.